Gagarin fue hace 60 años el pionero del espacio
Esta odisea que cambió la historia de la humanidad sigue develando detalles

Una verdadera odisea del espacio convirtió al ser humano en una especie que desafió y venció sus límites: hace 60 años el cosmonauta Yuri Alekseyevich Gagarin, de la extinta URSS, se convirtió en el primer hombre en volar fuera de la atmósfera terrestre.
En 1961, en plena Guerra Fría, esta hazaña enorgulleció a los soviéticos y puso a temblar a Estados Unidos, pero al resto del planeta nos abrió la perspectiva y nos puso a pensar en nuestro lugar en el universo. O al menos nos dejó maravillados y sin habla.
Con esta portentosa empresa de Gagarin —quien fue la punta del iceberg de un complejo y vasto equipo de científicos y expertos— se daba el banderazo de despegue de la carrera espacial por llegar a la Luna, hecho consumado ocho años después.
Y como un Ulises moderno, Gagarin también dio paso la maquinaria humana imaginativa y racional que hizo posible el envío de naves más allá de la última frontera del Sistema Solar. Todo a partir del 12 de abril de 1961, cuando este hombre de origen campesino dio una vuelta alrededor de la Tierra.
La era Gagarin, nada fácil
“Mi padre partió rumbo a lo desconocido con 50% de posibilidades de volver. ¿Qué significa 50%? Que podía tanto regresar como que no”, comenta su hija Yelena, directora de los museos del Kremlin.
Como todas las primeras veces, este viaje podría haber sido sin retorno. Varios documentos soviéticos desclasificados demuestran que las autoridades temían que ocurriera un accidente, es decir, que Gagarin muriera o perdiera la razón.
Incluso, el padre del cosmonauta soviético, Serguéi Koroliov, le preparó comida para tres vueltas a la Tierra, ante la posibilidad de un fallo técnico.
Nikolái Kamanin, instructor jefe de los astronautas soviéticos, escribió entonces en su diario: “no hay y nunca habrá 100% seguridad del éxito de un vuelo espacial, especialmente el primero. Es difícil decidir a quién enviar a una muerte segura”.
De hecho, en el último momento se presentó un fallo en el cierre hermético de la cápsula, y los técnico debieron colocar de nuevo los 32 tornillos que sellaban la escotilla.
Consciente del riesgo que corría, el propio Gagarin escribió una carta a su esposa en la que le “daba permiso” para volver a casarse, aunque también dejó plasmado en su testamento: “Creo totalmente en la técnica. No debe fallar”.
Las autoridades de la URSS, ante la posibilidad de que aterrizara en otro país luego de su reingreso a la atmósfera, decidieron escribirle, también en el último momento, las siglas “CCCP” —acrónimo de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas— en la escafandra.
“La valentía de mi padre, eso es lo que despertó admiración. Era algo sin precedentes para su tiempo”, explica la hija.
Así, antes de despegar a bordo de la nave Vostok, Gagarin fue entusiasta y valiente, pero también escueto: “¡poyéjali!” (“¡allá vamos!”).
El Kremlin golpeó primero en la Guerra Fría: Gagarin volvió sano y salvo, y la Unión Soviética se apuntó una de sus mayores victorias en la carrera espacial, con un vuelo que duró un poco más de 106 minutos —y no 108, como se creía—.
Con información de EFE